viernes, 26 de marzo de 2010

En la ruta

Nos peleamos casi a las piñas por una latita de paté.El hambre nos despertó una parte nuestra que no conocíamos.Hacía un día y medio que no comíamos nada.Estabamos mojadas por la nieve, la mitad del grupo viajaba en un camión de cebollas hacia el Bolsón y luego de ese camión no había pasado un auto más. La ruta había quedado desierta, cosa que no habíamos calculado.Primero nos divertíamos contando anécdotas de ex novios, luego nos cansamos de hablar y cada media hora nos parecía escuchar un auto que nunca llegaba, más tarde anocheció y tuvimos que acampar.No nos esperábamos eso asi que no habíamos agarrado comida y se la habían llevado toda las chicas para despojarnos del peso adicional.
Vanina era una chica que nadie había invitado al viaje, se nos había colado en una fiesta , cuando nos escuchó planeándolo y no le pudimos decir que no. Ella no lo hacía como viaje de amigas si no por un interés propio, quería hacer el viaje y nos usó de compañía.
Sentadas en la ruta , al otro día, cuando ella se fue a buscar un arbusto para satisfascer sus necesidades biológicas, le abrimos la mochila.Un instinto salvaje nos hizo abalanzarnos hacia su mochila y abrirla sin pudor.Ahí encontramos, reluciente, la latita de paté. Cuando Vanina , a lo lejos, se dio cuenta , empezó a correr con los pantalones bajos hacia nosotras gritando y sacudiendo los brazos.
Tomamos la latita y corrimos, cuando se nos acercó demasiado, frenamos y la increpamos.
Me senti capaz de asesinarla.Me sentí parte de una jauría salvaje gruñendo por su hueso
. Vanina comprendió y se alejó resignada.
No podíamos abrir la lata y la tiramos contra un arbol veinte veces hasta que explotó y derramó el contenido.Lo dividimos en cuatro mientras nuestros estómagos gritaban.
Cuando realmente pasó un auto no nos arriesgamos a hacer dedo si no que cortamos la ruta.Nunca nos enteraríamos si hubiera frenado o nó por que lo obligamos. El hombre se puso nervioso y balbuceó algo mientras nos subíamos a su camioneta, pero nos alcanzó hasta el Bolsón sin emitir una palabra.
Cuando bajamos era de noche.Hacia 16 horas que no hablábamos y yo sentía que era mejor que nadie se me acercara.
Llegamos al camping, ahi estaban las chicas rodeando una fogata, limpias, cantando con unos pibes.
"Queremos la comida", interrumpimos.
"Hay hola chicas!!!, por fin!!! pensamos que las habíamos perdido!!!"
Nos dirigimos hacia las carpas sin hablar más. Los pibes en pleno levante de guitarreada nos estudiaron como posibles candidatas y uno se me acercó a preguntarme mi nombre. Le mordí la campera y me tiré a dormir en la carpa.
Al otro día volví a sentirme humana, un pedazo de campera colgaba de mi mandibula.Fue como el despertar del hombre lobo.Una experiencia inolvidable...

6 comentarios:

  1. algo similar me pasó en Brasil, salieron a vender mis artesanías y volvieron con el mangueador vacío de pulseritas y collares, cuando les pregunté por la plata que hicieron, me dijeron (señalándose la panza): está todo acá...", comida, cerveza y macoña...se habían esfumado mi ganancia. No, no las mordí, pero ahí decidí separarme de ellas y seguí mi viaje sola. No es fácil trabajar en grupo, y si las circunstancias no son buenas, se complica más...

    ResponderEliminar
  2. ah, mierd...!

    esto se pone interesante!

    ResponderEliminar
  3. BUENISIMO TU RELATO!!!!!!!!!!!!!! ME MATE DE RISA PENSAR QUE FUE ENSERIO Y CLARO DESPUES DE PASAR TANTAS HORAS SIN COMER IMAGINO QUE UNA LATA DE PATE ES EL MEJOR MANJAR QUE PUEDAN HABER HALLADO

    FELICITACIONES

    SALUDOS

    ResponderEliminar
  4. Pasar hambre es uan de las peores cosas que pueden sucederme, me pongo tan del orto que soy capaz de matar!!! viven!! te suena jajajaja, bue un poco de humor negro no viene mal!!!

    ResponderEliminar